INTRODUCCIÓN
La seguridad ciudadana se convirtió en las
últimas décadas en la demanda política por excelencia al incrementarse
significativamente los niveles de delito. En este contexto, una vez más somos
testigos de los redundantes e ineficientes eslóganes desde los cuales nuestros
líderes manifiestan que van a enfrentar el problema. Vacíos de contenidos
transformadores concretos y de programaticidad alguna, estos eslóganes sólo
están llamados a operar sobre la agobiada sensibilidad de un colectivo social
asustado por el delito. Cabe preguntarse que tan efectivos son desde la
perspectiva de la ciencia y la criminología.