En
ocasiones me piden opinión acerca del comportamiento criminal del ser humano.
Se trata de una consulta tradicional en la profesión y no exenta de cierto
morbo, es decir, de lógico interés por lo desagradable, lo cruel o lo
prohibido, pero también por la carga moral que indudablemente arrastra el tema.
La criminología moderna es una ciencia
empírica y multidisciplinar que basa sus fundamentos en materias como la
psicología, la sociología o la antropología para estudiar las causas del hecho
criminal, el transgresor, la víctima y el control social del comportamiento
desviado. No obstante, desde que en 1885 el italiano Rafael Garófalo acuñara el
término ha corrido mucha investigación e infinidad de meteduras de pata
bienintencionadas. A nada llega quien nada arriesga. Y eso fue lo que hicieron
Lombroso, Rosini o Ferri desde el siglo XlX, primero con la llamada escuela
clásica y luego con la escuela positivista que les llevó a aplicar métodos de
observación científica sobre los delincuentes al objeto de acotar las causas de
la criminalidad. Sostenían por aquellos tiempos que los motivos fundamentales
por los que algunos sujetos cometían delitos horrendos estaban justificados en
anomalías corporales y/o mentales, que se patentizaban a menudo en rasgos morfológicos
singulares.
Paralelamente, el célebre “contrato social” tuvo su
importancia a la hora de armar los cimientos de la criminología clásica que se
apoyó en el supuesto de que ese tipo de “contrato”, real o hipotético, reunía
libremente en sociedad a los hombres conforme a una serie de acuerdos que
garantizaban el orden y la convivencia.
Muchas de esas teorías se encuentran hoy superadas,
otras siguen vigentes, pero en todo caso sirvieron para sentar las bases de la
criminología contemporánea y aun de la criminalística y quizá también, pero en
menor medida, de la penología que a partir de mediados del siglo XX
experimentaron un auténtico cambio de paradigma colocando la lupa en el
verdadero quid de la cuestión: el medio social como caldo de cultivo y la
predisposición del hombre respecto a su propia naturaleza humana, sin
descartar, naturalmente, aquellas conductas infractoras surgidas a partir de
patologías.
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Cantidad de palabras: 960
Cómo citar este artículo (Normas APA):
MAGAZ, R. (2013). “La Maldad del ser humano y la criminalidad” Revista Digital de Criminología y Seguridad TEMA’S. Año iI, Número 11. (p. 32-34).
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Cómo citar este artículo (Normas APA):
MAGAZ, R. (2013). “La Maldad del ser humano y la criminalidad” Revista Digital de Criminología y Seguridad TEMA’S. Año iI, Número 11. (p. 32-34).