jueves, 24 de abril de 2014

La maldad del ser humano y la criminalidad



En ocasiones me piden opinión acerca del comportamiento criminal del ser humano. Se trata de una consulta tradicional en la profesión y no exenta de cierto morbo, es decir, de lógico interés por lo desagradable, lo cruel o lo prohibido, pero también por la carga moral que indudablemente arrastra el tema.

   La criminología moderna es una ciencia empírica y multidisciplinar que basa sus fundamentos en materias como la psicología, la sociología o la antropología para estudiar las causas del hecho criminal, el transgresor, la víctima y el control social del comportamiento desviado. No obstante, desde que en 1885 el italiano Rafael Garófalo acuñara el término ha corrido mucha investigación e infinidad de meteduras de pata bienintencionadas. A nada llega quien nada arriesga. Y eso fue lo que hicieron Lombroso, Rosini o Ferri desde el siglo XlX, primero con la llamada escuela clásica y luego con la escuela positivista que les llevó a aplicar métodos de observación científica sobre los delincuentes al objeto de acotar las causas de la criminalidad. Sostenían por aquellos tiempos que los motivos fundamentales por los que algunos sujetos cometían delitos horrendos estaban justificados en anomalías corporales y/o mentales, que se patentizaban a menudo en rasgos morfológicos singulares.

Paralelamente, el célebre “contrato social” tuvo su importancia a la hora de armar los cimientos de la criminología clásica que se apoyó en el supuesto de que ese tipo de “contrato”, real o hipotético, reunía libremente en sociedad a los hombres conforme a una serie de acuerdos que garantizaban el orden y la convivencia.

Muchas de esas teorías se encuentran hoy superadas, otras siguen vigentes, pero en todo caso sirvieron para sentar las bases de la criminología contemporánea y aun de la criminalística y quizá también, pero en menor medida, de la penología que a partir de mediados del siglo XX experimentaron un auténtico cambio de paradigma colocando la lupa en el verdadero quid de la cuestión: el medio social como caldo de cultivo y la predisposición del hombre respecto a su propia naturaleza humana, sin descartar, naturalmente, aquellas conductas infractoras surgidas a partir de patologías.




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MAGAZ, R. (2013). “La Maldad del ser humano y la criminalidad” Revista Digital de Criminología y Seguridad TEMA’S. Año iI, Número 11. (p. 32-34).





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