jueves, 17 de abril de 2014

Patología oral forense asociada a consumo de cocaína


Por Gabriel M. Fonseca, Karla Daniela Gonzáles Cuellar y Mario Cantín.

Sin lugar a dudas, una de las drogas de mayor consumo, producción y venta ilegal es la cocaína, sustancia que actualmente reporta enormes dividendos en el mercado negro. Existen diferentes formas de consumo, cada cual con porcentajes distintos del fármaco, vías de administración en particular, velocidad variable en la aparición de los efectos y diferentes dependencias. Esto genera reconocibles síntomas y complicaciones tales como la necesidad constante de sorber la secreción nasal, dificultades respiratorias, formación de costras, sangrado hasta la misma destrucción del tabique nasal. Sin embargo, y con menor atención, la cavidad oral también ha sido descrita como efectora de signos de relativa fácil identificación. Se presenta una revisión de indicios lesionales en tejidos duros y blandos orales por consumo de cocaína, y se discute su valor como elementos susceptibles de transformarse en evidencia jurídica en la investigación criminal.


INTRODUCCIÓN

   La farmacodependencia representa una situación  de consecuencias no solo físicas y psicoafectivas en el individuo adicto, sino también legales y sociales, donde el desarrollo de nuevas conductas clínicas y científicas para la detección del consumo o tráfico permitiría una anticipación, control y tratamiento del problema. Sin lugar a dudas, una de las drogas de mayor consumo, producción y venta ilegal es la cocaína, sustancia que actualmente reporta enormes dividendos en el mercado negro. Su tráfico constituye un problema de alcance mundial sobre el que la misma INTERPOL ha hecho un llamado para la cooperación e intercambio de información ya que “comporta un peligro para la estabilidad social y económica del planeta constituyendo una amenaza muy presente para el bienestar de todo el mundo”.

  Este alcaloide, se obtiene de la hoja del arbusto de la coca (Erythroxylum coca), planta originaria de Sudamérica. Su auge se inició a mediados del siglo XIX cuando logró aislarse su principio activo y efecto insensibilizador. Esta cualidad determinó que inicialmente fuera recomendado su uso anestésico en oftalmología, situación que se revertiría a comienzos del siglo XX con el descubrimiento de su potencial adictivo, tóxico e incluso provocador de fallecimientos (al ser administrada en altas concentraciones), todos elementos que determinaron su actual prohibición.

   La cocaína es un potente inhibidor de la recaptación tipo I de noradrenalina, dopamina y serotonina, lo que facilita la acumulación de esos neurotransmisores en la hendidura sináptica. Esto provoca una euforia transitoria, alucinaciones, aumento de la autoestima, aumento de energía y mejora la calidad de ideas. Sin embargo, cuando pasa el efecto, esa euforia se convierte en ansiedad, fatiga, depresión, psicosis, taquicardia, hipertensión y dependencia física. La duración de sus efectos depende de la forma de consumo y puede variar de 5 a 60 minutos. En las intoxicaciones por sobredosis aguda, el cuadro se caracteriza por excitación, gran ansiedad, hipertermia, taquicardia, arritmias cardíacas y, en casos más severos, puede haber convulsiones, inconsciencia y muerte.

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GONSECA, G., GONZÁLEZ, K., CANTÍN M. (2013). “Patología oral forense asociada a consumo de cocaína” Revista Digital de Criminología y Seguridad TEMA’S. Año iI, Número 11. (p. 65-61).


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