Por Gabriel M.
Fonseca, Karla Daniela Gonzáles Cuellar
y Mario Cantín.
Sin lugar a dudas, una de las
drogas de mayor consumo, producción y venta ilegal es la cocaína, sustancia que
actualmente reporta enormes dividendos en el mercado negro. Existen diferentes
formas de consumo, cada cual con porcentajes distintos del fármaco, vías de
administración en particular, velocidad variable en la aparición de los efectos
y diferentes dependencias. Esto genera reconocibles síntomas y complicaciones
tales como la necesidad constante de sorber la secreción nasal, dificultades
respiratorias, formación de costras, sangrado hasta la misma destrucción del
tabique nasal. Sin embargo, y con menor atención, la cavidad oral también ha
sido descrita como efectora de signos de relativa fácil identificación. Se
presenta una revisión de indicios lesionales en tejidos duros y blandos orales
por consumo de cocaína, y se discute su valor como elementos susceptibles de
transformarse en evidencia jurídica en la investigación criminal.
INTRODUCCIÓN
La farmacodependencia
representa una situación de
consecuencias no solo físicas y psicoafectivas en el individuo adicto, sino
también legales y sociales, donde el desarrollo de nuevas conductas clínicas y
científicas para la detección del consumo o tráfico permitiría una
anticipación, control y tratamiento del problema. Sin lugar a dudas, una de las
drogas de mayor consumo, producción y venta ilegal es la cocaína, sustancia que
actualmente reporta enormes dividendos en el mercado negro. Su tráfico
constituye un problema de alcance mundial sobre el que la misma INTERPOL ha
hecho un llamado para la cooperación e intercambio de información ya que
“comporta un peligro para la estabilidad social y económica del planeta
constituyendo una amenaza muy presente para el bienestar de todo el mundo”.
Este alcaloide, se
obtiene de la hoja del arbusto de la coca (Erythroxylum
coca), planta originaria de Sudamérica. Su auge se inició a mediados del
siglo XIX cuando logró aislarse su principio activo y efecto insensibilizador.
Esta cualidad determinó que inicialmente fuera recomendado su uso anestésico en
oftalmología, situación que se revertiría a comienzos del siglo XX con el
descubrimiento de su potencial adictivo, tóxico e incluso provocador de
fallecimientos (al ser administrada en altas concentraciones), todos elementos
que determinaron su actual prohibición.
La cocaína es un potente
inhibidor de la recaptación tipo I de noradrenalina, dopamina y serotonina, lo
que facilita la acumulación de esos neurotransmisores en la hendidura
sináptica. Esto provoca una euforia transitoria, alucinaciones, aumento de la
autoestima, aumento de energía y mejora la calidad de ideas. Sin embargo,
cuando pasa el efecto, esa euforia se convierte en ansiedad, fatiga, depresión,
psicosis, taquicardia, hipertensión y dependencia física. La duración de sus
efectos depende de la forma de consumo y puede variar de 5 a 60 minutos. En las
intoxicaciones por sobredosis aguda, el cuadro se caracteriza por excitación,
gran ansiedad, hipertermia, taquicardia, arritmias cardíacas y, en casos más
severos, puede haber convulsiones, inconsciencia y muerte.
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Cómo citar este artículo (Normas APA):
GONSECA, G., GONZÁLEZ, K., CANTÍN M. (2013). “Patología oral forense asociada a consumo de cocaína” Revista Digital de Criminología y Seguridad TEMA’S. Año iI, Número 11. (p. 65-61).