viernes, 26 de septiembre de 2014

Las siete raíces de la genealogía del delincuente


Introducción
“La genealogía del delincuente es diversa y compleja de analizar, no es un fenómeno que surge aisladamente, sino que en éste convergen una serie de factores que pueden llevar a desencadenar conductas antisociales.” (Salgado, 2009). Tales factores, son las raíces que sustentan el árbol genealógico del delincuente, las cuales son: la genética, el trastorno mental, el libre albedrío, la familia, la escuela, la sociedad y los acontecimientos fortuitos;  estos pueden presentarse de manera particular o en comunión entre sí, sin embargo, se debe analizar rigurosamente cada una de estas raíces, que por sí solas no son generadoras de conductas delictivas.
Empecemos por señalar que todas las conductas consideradas como delito, son la categorización de las conductas nocivas, determinadas así por el órgano legislador del poder político. “Generalmente se tiene la idea de que sólo son delincuentes aquéllos que matan o roban, empero los códigos penales establecen una serie de conductas consideradas delitos, que en su mayoría se desconocen por parte de la sociedad.” (Salgado, 2003). Éstas conductas tienen su origen, en una o en más de las siete raíces de la genealogía del delincuente, lo que es posible conocer mediante el estudio individualizado del sujeto activo del delito, para su consecuente prevención en la reincidencia, aportando además, datos importantes para la prevención primaria.

La genealogía aquí planteada, permite encontrar el punto genealógico del delincuente, -entendido este como el momento en que el individuo comete una conducta delictiva, con la inclusión de factores atenuantes, en un contexto particular del evento-; lo cual es posible concretar mediante la anamnesis criminológica (el análisis biográfico del delincuente), como resultado de la aportación realizada por las diversas ciencias auxiliares de la criminología, lo que permitirá la aplicación del tratamiento monista de resocialización (individualizado).
Es imperioso conocer cada una de las raíces de la genealogía, haciendo énfasis en que la genética, el trastorno mental y el libre albedrío son de naturaleza intrínseca al sujeto; siendo extrínsecas la familia, la escuela, la sociedad y los acontecimientos fortuitos, -estos cuatro últimos se refieren a entornos de interacción y convivencia del sujeto-.
Genética
Es menester conocer primeramente que “la genética de la conducta es la disciplina científica que estudia los diferentes factores genéticos y del entono que subyacen a las diferencias individuales en la conducta y la cognición.” (Bartrés, 2008, p. 14). Así se tiene que en estudios realizados en gemelos sobre actos de delincuencia, han mostrado influencia genética, mientras que en niños adoptados que padecían de trastornos de conducta agresiva se encontró que las madres biológicas contaban con niveles elevados de psicopatología. Respecto a los estudios en gemelos se sabe que el comportamiento agresivo antisocial es más transferible genéticamente, que el comportamiento social no agresivo.
“Los riesgos procedentes del medio ambiente son probablemente mayores con respecto a la delincuencia juvenil que se instaura en los años de la adolescencia y que no persisten en la edad adulta.” (Plomin, 2009, p. 249). Se sabe que los efectos son mayores con relación al comportamiento antisocial de aparición temprana, que se acompaña de hiperactividad, y que refleja una tendencia importante de persistir en la edad adulta, como un trastorno de personalidad antisocial…
Trastorno mental
En la genealogía del delincuente, uno de los factores determinantes es el mal funcionamiento y la estructura defectuosa de una parte del cerebro, que se encuentra situada por encima de los ojos y detrás de la frente llamada córtex prefrontal, “es una parte del cerebro que interviene en el comportamiento y actúa en la toma de decisiones complejas, además de que es la zona del cerebro que inhibe la agresión.” (Raine, 2003). Si ésta área del cerebro no funciona con normalidad, o si existen impedimentos estructurales que afecten a esa parte del cerebro, puede predisponer a algunas personas hacía la violencia y la conducta delictiva.
Los expertos coinciden en afirmar que un historial de lesiones intracraneales, aumenta la probabilidad de que el sujeto se convierta en un delincuente violento, “porque hay acciones cognitivas complejas que son las que determinan si actuamos o no ante las agresiones, así que al estar dañada la corteza prefrontal por lesiones en algunos individuos, puede predisponerlos a la violencia.” (Salgado, 2006, p. 28).
Libre albedrío
Ante la diversidad de circunstancias que se presentan en la vida, el sujeto tiene la libertad de decidir en ejercicio de su propia voluntad, en hacer o dejar de hacer determinada acción que pudiera ser constitutiva de delito. “Esa fuerza motriz interior, cada una de cuyas manifestaciones individuales es provocada por un motivo, percibido interiormente por la conciencia, es lo que designamos con el nombre de voluntad.” (Schopenhauer, 2007, p. 52). Aquel sujeto “que desarrolla habitualmente la libertad de decidir, tiene clara conciencia de sí con relación al mundo en el que se sitúa, lo que le permite conocerse a sí mismo y saber de sus limitantes, conforme a sus convicciones axiomáticas.” (Salgado, 2010b). Empero, es innegable que existen circunstancias que escapan del control del sujeto, como es el caso de los acontecimientos fortuitos, que se abordarán más adelante...

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Cómo citar este artículo:
SALGADO GARCÍA, Agustín (2013). Las siete raíces de la genealogía del delincuenteRevista Digital de Criminología y Seguridad. TEMA’S. Año II, Número 6. (p. 87-91).

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