miércoles, 10 de septiembre de 2014

Localización de cadáveres enterrados


Dentro de las dificultades con las que puede encontrarse el investigador existe el caso de los cuerpos enterrados, ya sea que se trate de una escena primaria o secundaria, el mayor desafío es encontrar el lugar del  entierro y la exhumación del cuerpo preservando las evidencias.
El conocimiento de un hecho de estas características puede darse a debido a un llamado anónimo,  informando de la presencia de un cuerpo en un área, o bien que el mismo fue descubierto por algún trabajador o una persona que circunstancialmente pasaba por el lugar. En este último caso, el lugar del hallazgo debe ser preservado de igual forma que cualquier escena, teniendo en cuenta que el área a investigar a veces es mayor de lo que se observa a simple vista, ya que elementos de valor en la investigación, como prendas u objetos, ya sea de la víctima o victimario, pueden estar esparcidos en un área mucho mayor por la acción de animales.

En el caso de una denuncia anónima, informando que una persona fue enterrada en una superficie, puede existir la posibilidad que dicho lugar sea muy extenso y el perito deberá recurrir a una serie de elementos para lograr la localización del cadáver.
Una observación a simple vista permitirá distinguir el área donde se encuentre vegetación perturbada, lo cual indicara la posibilidad de que se trate del lugar que se busca, siempre que el tiempo transcurrido desde el momento del entierro no haya sido muy prolongado, ya que la vegetación volverá a crecer y este signo desaparecerá.
El uso de cámaras infrarrojas es de ayuda en estos casos, teniendo en cuenta que un cadáver, cuando se encuentra en proceso de putrefacción, emite calor. Pero el uso de cámaras térmicas  no arrojara resultados positivos si el cuerpo ha sido enterrado recientemente o por el contrario, si lleva en ese lugar largo tiempo y ya no quedan tejidos blandos.
Cuando se realiza una inspección a pie, unos de los elementos necesarios para realizar dicha tarea consta de una vara metálica, de 1 centímetro de diámetro y 1.5 metros de largo, la misma posee en uno de sus extremos una terminación en forma de “T” para asirla y en el extremo opuesto una terminación en punta para darle filo.
 Cuando se localiza un sector blando, lo cual da indicios de tierra removida y por consiguiente, de la posible presencia del lugar donde se localiza un cuerpo, se debe detener el sondeo, para evitar dañar el cuerpo u otros elementos de prueba.
Para evitar realizar una excavación, se puede utilizar un detector de vapor, mediante el cual se detecta sulfuro de hidrogeno, fosfuro de hidrogeno, dióxido de carbono, amoniaco. Los cuales son indicativos de la presencia de un cadáver, debido a que son gases que se forman con la descomposición de un cuerpo.


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Cómo citar este artículo:

TORQUEMADA HORMAZABAN, Ignacio (2013). Localización de cadáveres enterrados Revista Digital de Criminología y Seguridad. TEMA’S. Año II, Número 5. (p. 22-25).


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