domingo, 12 de octubre de 2014

El Síndrome de Estocolmo


a) Concepto y generalidades
El “síndrome de Estocolmo” es una reacción psíquica en la cual la víctima de un secuestro, o persona retenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con quien la ha secuestrado (raptado, retenido o plagiado, según las diferentes legislaciones). En ocasiones, dichas personas secuestradas pueden acabar ayudando a sus captores a alcanzar sus fines o a evadir a la policía. Debe su nombre a un hecho curioso sucedido en la ciudad de Estocolmo (Suecia). En 1973, se produjo un robo en el banco Kreditbanken de la dicha ciudad. Los delincuentes tomaron como rehenes a cuatro personas de los ocupantes de la institución durante seis días. Tres mujeres y un hombre fueron retenidos, pero una de las prisioneras se resistió al rescate. Otras versiones indican que esa mujer fue captada por un fotógrafo en el momento en que se besaba con uno de los delincuentes. Lo curioso es que los cuatro rehenes se negaron a colaborar con el juicio legal posterior, argumentando que se sentían “más seguros con los captores que de la policía” (1).
Este síndrome ha sido varias veces mal denominado “de Helsinki”, debido a un error en la película “Duro de Matar” o “La Jungla de Cristal” (Die Hard), cuando en un programa de entrevistas en televisión un psicólogo habla sobre el “Síndrome de Helsinki”. El locutor interviene diciendo “nombrado según la ciudad de Helsinki en Suecia”, –“No, en Finlandia”, mejora el psicólogo, de lo cual se puede inferir que resulta una situación grotesca. También en la película alemana Knockin' on heaven's door (Alemania, 1996), el protagonista principal, Til Schwiger, emplea incorrectamente el término “Síndrome de Helsinki”.

 En la serie de televisión Expediente Secretos X, en el capítulo titulado “Folie á Deux” (Locura de dos o locura compartida), el agente Fox Mulder (David Duchovny) cae en la ilusión de su secuestrador y refuta que sea una locura de dos o el “Síndrome de Helsinki”.
 Otra aparición de este término de manera errónea puede verse en la serie británica de automóviles Top Gear (formato actual) en el cap. 6º, de la temporada 17, en el que el presentador, Richard Hammond, hace alusión a la expresión, refiriéndose a la conducción del Lamborghini Aventador.
Pero volvamos a este síndrome tan especial. Puede tener varias causas:
* El rehén y/o la víctima tiene como meta salir ileso del incidente, por ello coopera con su captor, el cual también persigue el mismo objetivo.
Los rehenes tratan de protegerse, en un contexto de situaciones que les resultan incontrolables, por lo que tratan de cumplir los deseos de sus captores.
* Los delincuentes se presentan como benefactores ante los rehenes para evitar una escalada de los hechos. De aquí puede nacer una relación emocional de las víctimas por agradecimiento con los autores del delito.
* Sobre la base de la historia de desarrollo personal, puede verse el acercamiento de las víctimas con los delincuentes, una reacción transcurrida la infancia. Un niño que percibe el enojo de sus padres, sufre por ello y trata de “comportarse bien”, para evitar esa situación; esta actitud refleja puede reactivarse en una situación extrema (también en los casos de violencia doméstica al formar su propia familia).
* La pérdida total del control que sufre el rehén durante un secuestro es difícil de asimilar. Se hace más soportable para la víctima convencerse a sí misma que lo que le sucede tiene algún sentido, lo cual puede llevarla a identificarse con los “motivos” del autor del delito.
* El "prisionero" se acostumbra a pasar tiempo con su captor.

De acuerdo con el psicólogo Nils Bejerot(2), el Síndrome de Estocolmo es más común en personas que han sido víctimas de algún tipo de abuso, tal es el caso de:
* Rehenes;
* Miembros de una secta o culto destructivo( 3);
* Niños con abuso psicofísico;
* Víctimas de incesto;
* Prisioneros de guerra, y
* Prisioneros de campos de concentración.
Fuera del contexto criminal una forma de que el síndrome puede ocurrir es en el entrenamiento militar básico, en el cual este es una experiencia ligeramente traumática con la meta de formar ligas entre las unidades militares, que seguirán siendo leales entre sí, aún en situaciones de peligro de muerte (típico caso del grupo Marines en USA)(4).
De manera similar, los efectos del sistema de las “novatadas” o “iniciaciones” en la introducción a grupos (tales como fraternidades y hermandades universitarias o de pandillas) se han comparado a este síndrome. En la antropología cultural un síntoma similar común es el rapto de la novia, con fines de matrimonio.
La lealtad a un abusador más poderoso —a pesar del peligro en que esta lealtad pone a la víctima de abuso— es común entre víctimas de violencia doméstica y/o de género y el abuso de niños (infantes dependientes). En muchos casos las víctimas eligen seguir siendo leales a su abusador, y eligen no dejarlo, incluso cuando se les ofrece un lugar seguro en hogares adoptivos o casas de acogida. Este síndrome fue descripto por los psicoanalistas de la escuela de la teoría de las relaciones del objeto, como Ronald Fairbairn)(5) como el fenómeno de la identificación psicológica con el abusador poderoso.

b) Casos famosos
Creo que todos, de una u otra manera, han conocido el caso de Patricia Hearst, ocurrido el 4/2/1964.
La entidad terrorista de extrema izquierda más singular que se ha visto en los Estados Unidos fue, sin dudas, el Ejército Simbionés de Liberación (SLA, Symbionese Liberation Army), cuya actuación en 1974 se convirtió en un show mediático comparable –manteniendo las distancias tecnológicas, por supuesto– con el generado por los atentados de las torres gemelas y el Pentágono.
Este grupo era una organización típicamente izquierdista, pero que incluyó elementos psicodélicos en su pensamiento, como el concepto simbiótico y un logotipo bastante extraño…

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Cómo citar este artículo:
GARCÍA ROVERSI, Susana P. (2013). El Síndrome de EstocolmoRevista Digital de Criminología y Seguridad. TEMA’S. Año II, Número 10. (p. 28-59).




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