a) Concepto y generalidades
El “síndrome de Estocolmo” es
una reacción psíquica en la cual la víctima de un secuestro, o persona retenida
contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con quien la
ha secuestrado (raptado, retenido o plagiado, según las diferentes
legislaciones). En ocasiones, dichas personas secuestradas pueden acabar
ayudando a sus captores a alcanzar sus fines o a evadir a la policía. Debe su
nombre a un hecho curioso sucedido en la ciudad de Estocolmo (Suecia). En 1973,
se produjo un robo en el banco Kreditbanken
de la dicha ciudad. Los delincuentes tomaron como rehenes a cuatro personas de
los ocupantes de la institución durante seis días. Tres mujeres y un hombre
fueron retenidos, pero una de las prisioneras se resistió al rescate. Otras
versiones indican que esa mujer fue captada por un fotógrafo en el momento en
que se besaba con uno de los delincuentes. Lo curioso es que los cuatro rehenes
se negaron a colaborar con el juicio legal posterior, argumentando que se
sentían “más seguros con los captores que de la policía” (1).
Este síndrome ha sido varias
veces mal denominado “de Helsinki”, debido a un error en la película “Duro de
Matar” o “La Jungla
de Cristal” (Die Hard), cuando en un programa de entrevistas en televisión un
psicólogo habla sobre el “Síndrome de Helsinki”. El locutor interviene diciendo
“nombrado según la ciudad de Helsinki en Suecia”, –“No, en Finlandia”, mejora
el psicólogo, de lo cual se puede inferir que resulta una situación grotesca.
También en la película alemana Knockin'
on heaven's door (Alemania, 1996), el protagonista principal, Til Schwiger,
emplea incorrectamente el término “Síndrome de Helsinki”.
En la serie de
televisión Expediente Secretos X, en
el capítulo titulado “Folie á Deux” (Locura de dos o locura compartida), el
agente Fox Mulder (David Duchovny) cae en la ilusión de su
secuestrador y refuta que sea una locura de dos o el “Síndrome de
Helsinki”.
Otra
aparición de este término de manera errónea puede verse en la serie británica
de automóviles Top Gear (formato
actual) en el cap. 6º, de la temporada 17, en el que el
presentador, Richard Hammond, hace alusión a la expresión,
refiriéndose a la conducción del Lamborghini
Aventador.
Pero volvamos a este síndrome tan especial. Puede
tener varias causas:
* El rehén y/o la víctima tiene como
meta salir ileso del incidente, por ello coopera con su captor, el cual también persigue el mismo objetivo.
Los rehenes tratan de protegerse, en
un contexto de situaciones que les resultan incontrolables, por lo que tratan
de cumplir los deseos de sus captores.
* Los delincuentes se presentan como
benefactores ante los rehenes para
evitar una escalada de los hechos. De aquí puede nacer una relación emocional de las víctimas por agradecimiento con los autores del delito.
* Sobre la base de la historia de
desarrollo personal, puede verse el acercamiento de las víctimas con los
delincuentes, una reacción transcurrida
la infancia. Un niño que percibe el enojo de sus padres, sufre por ello y
trata de “comportarse bien”, para evitar esa situación; esta actitud refleja
puede reactivarse en una situación extrema (también en los casos de violencia
doméstica al formar su propia familia).
*
La pérdida total del control que sufre el rehén durante un
secuestro es difícil de asimilar. Se hace más soportable para la víctima convencerse
a sí misma que lo que le sucede tiene algún sentido, lo cual puede llevarla a
identificarse con los “motivos” del autor del delito.
* El "prisionero" se acostumbra a pasar tiempo con su
captor.
De acuerdo con el
psicólogo Nils Bejerot(2), el
Síndrome de Estocolmo es más común en personas que han sido víctimas de algún
tipo de abuso, tal es el caso de:
* Rehenes;
* Miembros de una secta o culto destructivo( 3);
* Niños con abuso psicofísico;
* Víctimas de incesto;
* Prisioneros de guerra, y
* Prisioneros de campos de concentración.
Fuera del contexto criminal
una forma de que el síndrome puede ocurrir es en el entrenamiento militar
básico, en el cual este es una experiencia ligeramente traumática con la meta
de formar ligas entre las unidades militares, que seguirán siendo leales entre
sí, aún en situaciones de peligro de muerte (típico caso del grupo Marines en USA)(4).
De manera similar, los
efectos del sistema de las “novatadas” o “iniciaciones” en la introducción a
grupos (tales como fraternidades y hermandades universitarias o de
pandillas) se han comparado a este síndrome. En la antropología cultural un
síntoma similar común es el rapto de la novia, con fines de matrimonio.
La lealtad a
un abusador más poderoso —a pesar del peligro en que esta lealtad
pone a la víctima de abuso— es común entre víctimas de violencia doméstica y/o
de género y el abuso de niños (infantes dependientes). En muchos casos las
víctimas eligen seguir siendo leales a su abusador, y eligen no dejarlo,
incluso cuando se les ofrece un lugar seguro en hogares adoptivos o casas de
acogida. Este síndrome fue descripto por los psicoanalistas de la escuela de
la teoría de las relaciones del objeto, como Ronald Fairbairn)(5) como el fenómeno de la identificación psicológica con el
abusador poderoso.
b) Casos famosos
Creo que todos, de una u otra manera, han conocido el
caso de Patricia Hearst, ocurrido el
4/2/1964.
La entidad terrorista de
extrema izquierda más singular que se ha visto en los Estados Unidos fue, sin
dudas, el Ejército Simbionés de Liberación (SLA, Symbionese Liberation Army), cuya actuación en 1974 se convirtió en
un show mediático comparable –manteniendo las distancias tecnológicas, por
supuesto– con el generado por los atentados de las torres gemelas y el
Pentágono.
Este grupo era una
organización típicamente izquierdista, pero que incluyó elementos psicodélicos
en su pensamiento, como el concepto simbiótico y un logotipo bastante extraño…
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Cómo citar este artículo:
GARCÍA ROVERSI, Susana P. (2013). “El Síndrome
de Estocolmo” Revista Digital de Criminología
y Seguridad. TEMA’S. Año II, Número 10. (p. 28-59).